FanFic no. 29 "Escondidos I.Kristen"

LOS FICS son publicados todos los Lunes, Miércoles y Viernes sin falta en los siguientes horarios: México 12 pm, Argentina 2 am, España 7 am. Al Staff nos complace mucho que tengamos mas lectores asiduos de este gran relato escrito por nuestra talentosa y creativa Escritora Irina, de igual forma los invitamos a comentar y participar cuando lo deseen, ya que nos gusta platicar e interactuar con uds.

Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen. A partir del relato 23 aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones(Lemons). Dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no. 

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FanFIC NO.29

"ESCONDIDOS I.KRISTEN"
por Irene Mendoza

ESCONDIDOS I



Kristen



En presencia de los demás nos comportábamos como amigos pero nuestras miradas y roces nos delataban más que nunca. 

                         
No éramos capaces de pasar el uno al lado del otro sin tocarnos. Rob me miraba y aunque estaba segura de que nadie más lo notaba yo estaba a punto de elevarme en el aire y levitar. 

Era primera hora de la mañana en el set y aun notaba un débil escozor en mis partes más íntimas provocado por nuestra fabulosa noche de sexo. Venían a mi memoria imágenes maravillosas sin querer: sus brazos rodeándome, sus hermosos ojos fijos en los míos, su piel suave, sus músculos tensos, caricias, jadeos, el sonido de su voz, susurros, su aliento en mi piel temblorosa, humedad, gemidos… 

Suspiré, sentí un dulce cosquilleo en mi estómago y sonreí sin querer.

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- Kristen, ¿me has oído? – dijo Chris Weitz, nuestro nuevo director.

Casi salté del susto.

- Eh… sí, sí ¿perdona? – dije aturdida ruborizándome.

- Si quieres hacemos una pausa pero breve. Tomate un café. Mira por ahí viene Rob. ¡Rob!

El venía hacia nosotros y solo con verle caminar ya sentí ganas de nuevo.

- Anda, llévate a Kristen a tomar un café, que se nos está quedando dormida de pie.

- Ahora mismo vengo, Chris – dije avergonzada.

Rob me tomó del brazo y sonrió pícaro.

- ¿Sueño?

- No, para nada. Solo me he quedado traspuesta un momento – dije molesta. Rob se rió -. ¡No te rías!

- No puedo evitarlo, preciosa – susurró en mi oído haciéndome temblar.

- Pues inténtalo, me… me alteras.

- ¡Aha, te “altero”! Lo reconoces. Tómate el café. – dijo riendo y tendiéndome un vaso que él mismo me había servido.

- Gracias – dije mirándole a los ojos.

Aunque no podía hacerlo mucho tiempo, su mirada era mi perdición a pesar de tener las lentillas de vampiro puestas.

- ¿Sabes? – dijo acercándose a mí, rozando mi cadera con su pierna -. No puedo dejar de pensar en la otra noche.

- ¿Ah… sí? – dije casi temblando.

- Sí, pienso en ello una y otra vez.

- Yo también – susurré.

- Duerme conmigo esta noche – suplicó con su voz más sexy y susurrante.

- ¿Dormir? – sonreí.

- Entre otras cosas.

- Vale, pero no… no te acerques tanto o no respondo.

- ¿Eso es un sí?

- Aha- sonreí -. Hasta luego.

Y me fui como flotando en una nube, con ganas de darle un beso, de que llegara la noche y con una sonrisa que supongo dejó a todos los que me esperaban para rodar bastante extrañados.

                                     

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Nikki se pegaba a mí como una lapa y eso dificultaba aun más nuestros encuentros clandestinos. Todas las noches me escapaba a escondidas de mi hotel, con una gorra que ocultaba mi melena y ropa poco llamativa, utilizando la salida de emergencia donde un taxi me esperaba para llevarme al hotel de Rob. Así conseguía pasar desapercibida para los paparazzis que pululaban por todo Vancouver de noche y de día a la caza del actor de Crepúsculo, aunque las piezas más cotizadas éramos Rob y yo. Siempre rondaban buitres alrededor de su hotel pero Rob ya había dejado aviso a la dirección de que debían facilitarme el paso. Dean, su guardaespaldas, se encargaba de que mi entrada al hotel fuese lo más cómoda y discreta posible. Pero yo nunca me sentía realmente a salvo hasta que estaba en su habitación, entre sus brazos.

La habitación de aquel hotel de lujo era nuestro refugio, el único lugar donde por el momento podíamos comportarnos como una pareja normal, porque estaba claro que eso éramos. No necesitamos un tiempo para comprobarlo, para darnos cuenta de que había una verdadera conexión entre nosotros, algo mucho más fuerte que simple cariño o amistad.

En un tiempo record habíamos conseguido una intimidad increíble entre los dos. En público nos entendíamos con solo una mirada y en privado… en privado nuestros cuerpos se compenetraban a la perfección. Rob comprendía mis necesidades por completo y al parecer yo las suyas. Y eso hacía que el sexo fuese realmente perfecto desde el primer día.

La segunda noche fue aun mejor que la primera y fue después de hacerlo por segunda vez cuando Rob se atrevió a decir lo que había estado rumiando todo el día.

- Bueno… - suspiró fuerte y luego susurró con timidez -, entonces… esto quiere decir… que somos algo más que amigos.

Me quedé callada, observando su rostro, maravillada por su dulzura.

- Eso parece – sonreí acariciando su pelo y Rob volvió a suspirar. Esta vez de alivio.                        
Nos abrazamos con fuerza. De repente estaba todo claro y supe que conocerle era lo mejor que me había pasado en la vida. Aquella habitación de hotel era nuestro paraíso donde estábamos solos, donde consumidos por el deseo éramos amantes, cómplices, amigos. Escondidos.

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A veces llegaba y Rob ya me estaba preparando un baño. El sabía si había pasado un día duro con solo mirarme, aunque no me hubiese quejado ni una sola vez en el set. Nos metíamos en la bañera, poníamos música y bebíamos una cerveza mientras nos relajábamos. Otras veces la prisa nos conducía a la ducha y la contemplación de nuestros cuerpos desnudos hacía que todo terminase en una agotadora sesión de sexo, sin cansarnos el uno del otro. Le amaba, estaba segura y se lo demostraba cada noche.

Su pasión y su ternura me hacían sentir tan libre como jamás me había sentido en toda mi vida. Una mañana, en pleno rodaje sentí como me volvía loca de ganas con un solo roce de su mano en mi piel.

Pero la siguiente semana se había convertido en mi tortura particular porque tenía el periodo y a pesar de ello dormíamos juntos. Los dos primeros días estaba algo dolorida y simplemente nos acariciamos hasta quedarnos dormidos pero al tercer día nuestros cuerpos nos pedían más, las caricias y los besos no nos bastaban. Así que decidí hacer algo para aliviar al menos su deseo. Era el momento perfecto para probarlo.

- ¿No prefieres que durmamos separados hasta que se me pase? – pregunté intentando encauzar el tema no sin algo de apuro.

- No – Rob suspiró -. Me temo que me he acostumbrado a tenerte en mi cama. Ya no podría dormir solito.

- Eres un mimoso – reí -. Pero no te… bueno ¿no tienes ganas?

- Muchísimas – dijo besando mi cuello y haciéndome estremecer. Pero no quiero que te sientas incómoda.

- Es que… he tenido una idea – dije mordiéndome el labio inferior.

- ¡Oh, dios! Esa cara que estás poniendo lo dice todo – sonrió de oreja a oreja.

- ¿Ah, sí? – reí.

- Dime ¿en qué estabas pensando? – dijo pegando su cuerpo al mío.

- Pues en que puedo hacer algo por ti – susurré bajando mi mano por su torso hasta alcanzar el borde de sus slips y tirar suavemente de la goma.

Rob gruñó dedicándome una sonrisa llena de deseo y apretándose contra mí.

- Entonces… ¿quieres que te…?

- ¿A ti te apetece? – susurró.

- Mucho – dije dándome la vuelta y apretando mi sexo contra el suyo, notando al instante como se le endurecía.

Estaba sorprendida de mi propio atrevimiento. Había sido todo muy natural. Muy fácil de decir. Teníamos suficiente confianza como para probarlo. Me sentía tan desinhibida. ¿Qué me estaba pasando?

Ni corta ni perezosa me incorporé y me puse a horcajadas sobre Rob. El me miraba entre fascinado y asombrado. Acarició con lujuria mis caderas bajando por mis glúteos hasta deslizar sus enormes manos por mis muslos. Sonreí juguetona al sentir sus ganas bajo mi cuerpo. Fui bajando lentamente sus slips dejando a la vista su estupendo y duro miembro y jugueteé con su vello. Suspiró sin dejar de observarme y emití un gruñido, casi como un ronroneo.

- ¡Ah, mi gatita en celo!, eres… jodidamente sexy, Kristen – gimió sin dejar de sonreír.

¡Qué bien sonaba mi nombre en su boca, con su voz! Realmente me sentía así, sexy. Me relamí los labios y Rob abrió su boca para coger aire, ansioso. Su pecho subía y bajaba al respirar con fuerza, cada vez más impaciente. Continué sentada sobre sus piernas y cogí su miembro con mi mano. Me estremecí, era tan duro al tacto pero tan suave a la vez… Rob gimió a la vez que su pene palpitaba en mi mano. La cerré más fuerte en torno a él, moviéndola arriba y abajo. <<Sí, así, preciosa>>. Imploraba entre muecas de placer mientras yo admiraba su intimidad cada vez más resbaladiza. Cerraba los ojos con fuerza, gemía y suspiraba. Me agaché y mi boca comenzó a lamer, explorándole. Mis labios succionaban, chupeteando con unas ganas hasta entonces desconocidas. Sus gemidos y jadeos se hicieron cada vez más potentes. Mi lengua se afanaba en recorrerle. <<Qué bien lo haces, amor >>, gimió con los ojos cerrados, acariciando mi cabeza justo en el instante en que comenzó a temblar. Me sentía poderosa, allí sobre su cuerpo. Sus fuertes jadeos y potentes palpitaciones me anunciaban el final. Pronto llegaron los violentos espasmos. Cuando su semen inundó mi boca sentí una maravillosa sensación de intimidad con él. Me incorporé para mirarle. Rob continuaba con los ojos cerrados, suspirando. Los abrió lentamente, mirándome con una preciosa sonrisa de pura satisfacción en su bello rostro. Le sonreí y acaricié su pecho aún agitado, orgullosa de mi misma.

- Te lo debía, de Tokyo – susurré.

- Sí, preciosa. Gracias – me incliné y besó mis labios con dulzura -. Sabes a mí.

- Sí y me encanta – sonreí.

Me tomó con fuerza entre sus brazos. Me tumbé sobre su cuerpo aun agitado y pude ver como se dormía antes de hacerlo yo, susurrándole <<te amo>>. 

...Continuará...