FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato No.4 "El Regreso"

FIC 4 DE IRINA,  PUBLICAREMOS LOS DIAS LUNES

Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente y de mente no abierta dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no

FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Capitulo IV "El Regreso" 

por IRINA (Irene Mendoza)


Me siento bendecida por una especie de don maravilloso: el don de tener a Rob en mis sueños. Se me ha concedido y no sé por qué ni por quién.  Solo sé que estos sueños son cada vez más intensos, que me sumerjo en ellos más profundamente y que me cuesta más despertar y regresar al mundo real. Son tan vívidos que me parecen reales, más que mi propia vida.  Los colores que veo, los sonidos que escucho, los olores, todo es increíblemente real.

Cada vez me es más fácil adentrarme en ellos. Casi con cerrar los ojos y visualizar a Rob en mi mente lo consigo y llega una nueva aventura. Las propias experiencias del día me ayudan a crear el sueño. Me sitúo con facilidad gracias a las claves que me da el clima, una película, una canción, sus fotos. Todo me lo recuerda. Cada cosa que hago, oigo o digo.  

Es de noche y sé que ya estoy dormida. Pronto comienzo a soñar y parezco en un nuevo escenario.

* * *

Estoy dentro de un coche y es de noche. De pronto me siento muy cansada. El chofer, un tipo serio, con el pelo rapado y muy callado, está atento a la carretera. Tras un rato divisando calles desiertas de unos suburbios de alguna gran ciudad voy dejando esas calles oscuras atrás y poco a poco comienzo a reconocer el escenario de mi sueño. El coche se adentra en un barrio residencial muy bien iluminado lleno de casitas y jardines sombreadas por palmeras altísimas. La carretera serpentea por suaves cuestas. A medida que avanzo por el barrio las casas se van tornando mansiones cada vez más escondidas entre frondosos árboles y verjas altísimas. No hay duda, estoy en L. A., en las colinas de Hollywood.

El chofer se para delante de una gran cerca blanca con un tejadillo. Miro por la ventana y descubro una cámara de seguridad apuntando al monovolumen con las lunas tintadas. Un ruido metálico acciona el mecanismo que abre la cerca. El coche avanza hasta una garita donde un guardia de seguridad nos mira, primero al chofer, luego a mí y da el visto bueno dejando pasar al coche.

El camino está muy oscuro pero puedo adivinar la vegetación que lo rodea: altos rododendros, cipreses y palmeras. La carretera se estrecha hasta alcanzar la explanada delantera de una gran casa de la que no distingo bien su estilo.

El chofer para el coche frente a la entrada, me abre la puerta y saca mi equipaje del maletero. Después, sin decir nada, se mete de nuevo al coche y se aleja regresando por donde ha venido.

Salgo del coche y siento frío. Estoy destemplada a pesar de la chamarra de cuero que cubre mi camiseta.  Estoy en la puerta de una gran mansión de lo que parece un estilo colonial español y me doy cuenta que no tengo como entrar y que toda la casa está a oscuras. Mi sueño se complica.  Rebusco en mis bolsillos y encuentro un manojo de llaves en el bolsillo interior de la chaqueta de cuero. Pruebo con cada llave hasta que una de ellas abre la gran puerta de madera oscura.

* * *

Traspaso la puerta y unas luces indirectas se encienden automáticamente. Me encuentro ante un gran hall decorado con un estilo ecléctico. La casa parece una antigua mansión hollywoodiense. Frente a la entrada una escalera de brillante madera oscura da acceso a la segunda planta. Dejo las maletas junto a ella, me quito la chamarra de cuero y comienzo a subir. A medio camino comienzo a escuchar una música. La melodía me es familiar. La reconozco es “Someone like you”” de Van Morrison. Sonrío porque mi sueño comienza a tomar forma. Sé que si cruzo el pasillo y sigo la música me hallaré junto a Rob una vez más.

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Hay varias estancias pero la música me conduce al fondo del pasillo, a la que adivino es la parte trasera de la casa. La puerta del dormitorio está entreabierta y solo se vislumbra una tenue luz cálida. Van Morrison canta:

I’ve been doin’ some soul searching
To find out where you’re at
I’ve been up and down the highway
In all kinds of foreign lands
Someone like you makes it
All worth while
Someone like you keeps
Me satisfied. Someone exactly
Like you.

Sonrío y comprendo mi sueño. Sé porque Rob ha puesto esa canción. Me espera, espera mi vuelta de algún viaje que ha mantenido lejos de él por algún tiempo, no sé cuánto. Y me la dedica a mí. <<He estado buscando mi propia alma, para averiguar dónde estabas. He ido y venido por autopistas, en todos los países del extranjero. Alguien como tú, hace que eso merezca la pena. Alguien como tú, hace que me sienta satisfecho. Alguien exactamente como tú>>. Sé que es mi canción.

Entro no sin antes quitarme las deportivas y mis vaqueros, que a juzgar por lo pegados que están a mi cuerpo llevan sobre él muchas horas. Quiero estar cómoda. Me suelto el sujetador y me lo quito sin sacarme la camiseta. Lo dejo todo tirado a la entrada del dormitorio y camino hacia la luz de una lamparita que ilumina la cama y a Rob. 
El está dormido.  Se ha quedado dormido sobre la cama, vestido, con la luz encendida  y un libro abierto sobre su pecho. No me extraña. Miro mi reloj, son las dos de la madrugada. Noto el cansancio físico pero no hay ni rastro de sueño. Claro, tengo jet-lag. Me quedo de pie junto a  la cama, admirando como duerme. ¿Soñará conmigo?

Rob  está profundamente dormido. Su hermoso rostro está relajado, su ancho pecho sube y baja suavemente, casi parece que sonríe, como un niño. Sus labios están ligeramente abiertos y su pelo alborotado. <<Es tan sexy y hermoso, tan dulce y masculino a la vez…>> Me estremezco al contemplarlo. Me pasaría la vida entera viéndole dormir. De pronto suspira y se revuelve haciendo resbalar el libro que cae a la cama. Eso le despierta y me mira. Sonríe, me sonríe. Observo su semblante dulce y somnoliento.

-       Hola – susurro sonriendo también.

-       Hola, ¿el avión se retrasó? – dice frotándose la cara.

-       Sí pero ya estoy aquí.

Se incorpora un poco y bosteza.

-       Me he quedado dormido esperándote.

-       Ya lo veo – sonrío.

Se sienta al borde de la cama y me mira fijamente, de pies a cabeza, en silencio y yo me pierdo en esos dulces ojos grises inmensos. Alarga la mano como para tocarme y yo se la tomo apretándola entre las mías. Su mano es muy grande, suave, delgada y cálida. Me fijo en sus dedos finos y muy largos, delicados.  La acaricio. Rob respira profundamente y no deja de mirarme. Toma mis manos y las sujeta con fuerza. Le miro y el continua con sus ojos fijos en mí.

-       ¿Qué? – pregunto susurrando.

-       Te he echado de menos – jadea -. Me hacías tanta falta.

Le acaricio la cabeza con ternura acercándola a mi regazo. Rob se apoya sobre mí y entierra su cara en mi vientre. Suspira y a pesar de estar soñando siento el calor de su aliento en mi piel, sobre la ropa. Es un suspiro largo y profundo, de alivio.

Se agarra a mí abrazando mis caderas. Frota su rostro contra mí y noto su respiración profunda y caliente. Desliza su boca por mi cuerpo hasta alcanzar la blandura del pubis. Noto sus labios cálidos sobre la tela, humedeciéndola. Era una sensación tan placentera que me hace jadear sin querer.

Es como si llevara  muchísimo tiempo sin que nadie me tocara y en ese instante me doy cuenta de lo mucho que deseo ser tocada, acariciada, besada, abrazada.

Tomo su cabeza entre mis manos y la aprieto contra mi vientre. Lame y chupa la tela que tapa mi piel excitándome. Levanta mi camiseta y lentamente baja mis bragas, sin apartar sus labios de mi piel. La tela se convierte en vello. Entierra la nariz en él, aspirando mi aroma. Continúo acariciándole la cabeza, cierra los ojos, se la echo hacia atrás y los abre. Sus hermosos ojos grises me miraban anhelantes. Deslizo mis dedos por su cabello. Acaricio su nuca con la yema de los dedos y voy bajando hacia sus hombros hundiendo las uñas en su carne, muy lentamente. Le deseo, sé que deseo sentirle de nuevo, hacer el amor. No hace falta decir nada. Le miro fijamente a los ojos y él se da cuenta y sonríe a la vez que exhala un gemido ahogado.

Acaricia mis piernas y besa mis muslos. Su lengua se desliza por mi piel, desde mis ingles, subiendo hasta la curva de mi vientre. Me quito mí camiseta, me siento sobre sus piernas y estiro de su camiseta para ayudarle a desnudarse. Jadea abrazándome y se entrega afanoso entre mis pechos. Sabe cómo responde mi cuerpo, me conoce perfectamente.  En mi sueño imagino que hemos hecho el amor infinidad de veces, de mil formas diferentes. Rob sabe que si llena su boca con la areola de mi pezón o si lo besa muy lentamente, con sus labios húmedos y su cálida lengua, solo con eso es capaz de conducirme al orgasmo.

Le beso en los labios con pasión. Notar la saliva caliente de su boca desata mis ganas. Le suelto los botes de los pantalones, forcejeo con ellos y consigo bajárselos junto con sus bóxers. Me aprieta y me frota contra su miembro endurecido. Me penetra y estoy tan mojada que no le cuesta nada ir resbalando dentro de mí con suavidad, provocándome un intenso placer. Le acojo con un gemido ahogado, dos, tres. A mis gemidos le siguen sus profundos jadeos. Me sujeta con fuerza por la espalda mientras yo acoplo mi cuerpo al suyo. Me arqueo para que pueda hundirse más dentro. Comenzamos a imprimir un ritmo suave pero constante a nuestros cuerpos, balanceándonos.

En mi sueño todo es tan familiar…, las caricias, los sonidos, nuestros gestos, pero no por ello menos placentero. Rob gime poderoso y yo con él.

Nuestros movimientos se intensifican y también las respiraciones. Rob me susurra palabras llenas de dulzura, temblorosas. Todo se precipita y me rindo en un éxtasis salvaje y maravilloso. Concluimos casi a la par. Me atrae hacia su cuerpo jadeando sobre mi piel, acariciándome aun estremecida y con susurros entrecortados.

Sé que una vez más el sueño está por terminar, que son mis últimos momentos junto a Rob y los consumo con todos mis sentidos puestos en su piel, sus ojos, su boca. Abrazada a él espero el irremediable despertar.