FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato No.5 "En la Limo

FIC 5 DE IRINA,  PUBLICAREMOS LOS DIAS LUNES

Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente y de mente no abierta dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.

FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Capitulo V "En la Limo" 

por IRINA (Irene Mendoza)


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Mis fantasías no entienden de preliminares. Casi siempre se ponen en marcha sin más, sin preámbulos y me sitúan en el escenario de mi sueño sin saber dónde estoy ni cómo he llegado allí. Solo sé que en ellos me encuentro con Rob y eso hace que la desazón que me provoca la incertidumbre del principio valga la pena.

* * *

Estoy inquieta porque como siempre no sé lo que ocurre. Me veo saliendo de algún evento nocturno. Vestido largo, taconazos. Es algo importante porque voy impecable. No estoy con Rob sino junto a un par de enormes guardaespaldas que me siguen de cerca con cara de pocos amigos mientras bajo la escalinata de un edificio que no conozco. Salgo al exterior y piso una alfombra roja. Cientos de cámaras y fotógrafos disparan sus flashes sin cesar, me ciegan y casi no veo nada. Hay un montón de gente saliendo, por los alrededores. El largo pasillo alfombrado está flanqueado por enormes estatuas de cartón piedra. Son… Oscars. ¡Estoy saliendo de la ceremonia de entrega de los Oscar!

<<Así que acabo de salir del teatro Kodak de L. A.>>, me digo. La alfombra roja me conduce a una hilera de limousinas que aguardan pacientemente su turno para partir. Todas y cada una de ellas van avanzando a medida que sus ocupantes entran. Miro a mi alrededor confundida. ¿Por qué estoy sola? ¿Dónde está Rob?

Los guardaespaldas casi me empujan hacia una reluciente limousina negra aparcada frente a mí. Uno de ellos me abre la puerta, me asomo un poco y veo unos inmensos sofás de cuero que ocupan la parte trasera y todo el lateral del vehículo. 

Luces de neón iluminan el interior. Me meto dentro recogiendo un poco la cola de mi hermoso vestido color champan, de seda y tul, adornado por fina pedrería y ahí está Rob, sentado frente a un repleto bar, increíblemente atractivo, con un clásico smoking negro que le sienta de maravilla, pajarita incluida. Nada más verme me dedica una amplia y sincera sonrisa y me hace sitio en la inmensa limousina que huele a cuero con un alegre <<ponte cómoda, preciosa>>. En el techo una gran ventana deja ver el cielo de L. A. Suena Frank Sinatra.

I've got you under my skin

  I've got you deep in the heart of me

  So deep in my heart

  That you're really a part of me…

* * *

Rob parece radiante, incluso eufórico. Se acomoda sobre los blandos asientos, se suelta la pajarita y un par de botones de la camisa blanca, cierra los ojos un momento y resopla como aliviado.

Me siento junto a él y entiendo el por qué de su tensión acumulada. En la mano derecha sujeta… ¡nada menos que un Oscar!  Me muestra la codiciada estatuilla dorada con un gesto de triunfo y me quedo muda al verlo.

-       ¡Guau! – consigo exclamar asombrada.

-       Tenías razón – afirma elevando las cejas.

-       ¿En… en qué? – pregunto.

No tengo ni idea de lo que me habla. Eso es lo malo de mis sueños que nunca sé ni entiendo como he llegado a este momento pero cada vez me importa menos, esa es la verdad. Solo sé que una vez más estoy junto a Rob.

-       En que era mío, en que esta iba a ser mi noche – dice acariciando mi cintura y acercándose a mi cuerpo.

Un dulce cosquilleo se inicia en mi vientre y va bajando hasta alcanzar mi sexo. Solo un roce y ya me tiene.

-       Pues me alegro de haber tenido razón – susurro hipnotizada por sus espectaculares ojos que se clavan en mi boca, en mi pecho.

-       Esto hay que celebrarlo, nena – dice con una gloriosa sonrisa de medio lado que me derrite.

Veo el vello de su pecho asomando por su inmaculada camisa y mis dedos se me escapan para juguetear con él. Deja la estatuilla a un lado y me coge por la cintura con ambas manos sentándome en su regazo.


-       ¿Qué haces? – sonrío.

-       ¿Tú qué crees? – ríe travieso.

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Comprendo perfectamente lo que pretende. Mete su mano bajo mi vestido de noche y mi interior se tensa de deseo.

-       ¿Pero aquí? – susurro excitada.

-     -       Sí, aquí – sonríe.

Frota su nariz por mi cuello mientras su mano se desliza por mis piernas, va subiendo entre mis muslos y me acaricia posesivo. Su tacto es delicioso.

-     -     ¿Y el chofer? – susurro escandalizada.

Se ríe, me besa para que deje de hablar y pulsa un botón  que tiene a un lado del asiento. Inmediatamente una pantalla opaca surge delante de nosotros aislando la parte trasera de la limo y nos deja a salvo de miradas indiscretas. Me entra la risa y él ríe conmigo.

-       Ya no hay chofer y este trasto está insonorizado – susurra en mis labios.

Me aprieta contra él y me besa con ímpetu. Yo le devuelvo el beso con fervor y abro la boca para sentir su lengua ávida, caliente y mojada.





-       ¿Estás seguro? – mi pregunta es casi un jadeo.

-       Sí, preciosa, vamos a hacerlo aquí… ahora – dice mordiéndome el labio inferior.

Y sé que quiero hacerlo, que la sensación de peligro que supone hacerlo en esta limo es más excitante que nada que haya conocido.

Yo respondo con un gruñido de gusto, me siento a horcajadas sobre él y le dejo que me levante el vestido dejando mis nalgas al descubierto. Las toma entre sus manos y las masajea apretando mi carne, apretando su erección contra mi vientre y mi sexo. Intenta quitarme las bragas, yo me revuelvo para ayudarle mientras batallo con su bragueta pero no lo consigue y me  aprieta más, ansioso e impaciente. Logro bajarle la bragueta y liberar su miembro. El no aguanta más y de un solo tirón rasga mis finas bragas de encaje y tira de ellas rompiéndolas y dejando mi sexo al aire.

Me toca con sus dedos, acaricia mis labios húmedos y tiernos sin dejar de mirarme, besándome hasta que necesitamos coger aire para respirar. Aprieta mi clítoris y me hace gemir. La sensación de ardor es deliciosa, el placer exquisito. Agarro su miembro y noto como tiembla entre mis dedos. Me elevo sobre él, apoyo mis manos en sus hombros y Rob me penetra con un fuerte impulso de sus caderas, gruñendo de placer. Las mías se mueven hacia las suyas para recoger sus intensas acometidas, fuertes, rápidas. Jadea afanoso entre mis pechos y aspira mi aroma.

-       ¡Qué… bien… hueles! – resopla.

-       Ah, tu… también – jadeo.

Es verdad, Rob huele deliciosamente, a un tenue perfume amaderado y dulce.

Alcanza mi boca y saborea mi lengua con la suya. Acaricia mis mejillas, mis labios y le chupo los dedos. Introduce el índice en mi boca y yo lo lamo con avidez saboreando mi propio sabor salado.

Rob Incrementamos el ritmo al máximo, más y más fuerte. Lo hacemos deprisa, a contrarreloj, vestidos. Nos amamos con potentes impulsos de nuestros excitados cuerpos, al unísono. Me estrecha contra él con muchísima fuerza y yo le tomo por la nuca, acariciando y tirando de su pelo sedoso, despeinándolo. Rob se agita, gime intensamente, echa la cabeza hacia atrás, cierra los ojos, entra en éxtasis y yo con él, convulsionando y gritando juntos, alcanzando el cielo con un potentísimo y liberador orgasmo.

Rob se recuesta sobre el asiento de cuero. Caigo sobre él y nos quedamos muy quietos como contrapunto al intenso movimiento que hace un rato han experimentado nuestros cuerpos. Los dos respiramos con dificultad, intentando recuperar el resuello y estamos así hasta que nuestros latidos se ralentizan.

-       Genial… - suspira Rob sobre mi pelo y sale de mí.

-       Sí pero… seguro que… que nos han oído – río y jadeo a la vez.

-       No me importa – susurra en mi oído sin poder dejar de sonreír.

* * *

Nos miramos, nos deseamos. La limosina continúa en marcha, cruzando  las calles de L.A. Probablemente nos conduce a alguna cena o fiesta posterior a los Oscar.

-       ¿A dónde vamos?- pregunto jugueteando con su pelo.

-       A la fiesta de la revista Vanity Fair y a un par de fiestas más – pongo los ojos en blanco y me besa en la frente -. Es parte de todo el circo, preciosa.

-       Claro. Y… ¿dónde vas a ponerlo?- le digo señalando la codiciada estatuilla.

-       No sé… no lo había pensado.

Rob se queda pensativo, levanta el Oscar, lo mira, me mira y de pronto sonríe travieso, elevando mucho las cejas.

-       ¿Dónde? Dime.

Rob se ríe. Tiro de su camisa para que me conteste y dice:

-       En el baño.

* * *

Las carcajadas de ambos resuenan en mi cabeza y poco a poco ese sonido tan alegre me saca de mi sueño, devolviéndome al mundo real una vez más.