FIC IRINA '50 Sueños de Verano' Relato 8 "Edward (Primera Parte)"

FIC 7 DE IRINA,  PUBLICAREMOS LOS DIAS LUNES

Aviso sobre los FICS, sobre todo dirigido a las chicas más jóvenes que nos leen ya que aparecerá contenido sexual explícito, con palabras y situaciones (Lemons). Personas impresionables fácilmente y de mente no abierta dejamos a vuestra conciencia la decisión de leerlo o no.

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FIC-IRINA  50 Sueños de Verano'

Capitulo VIII "Edward (1ª PARTE)"

por IRINA (Irene Mendoza)

Estoy sufriendo la peor gripe de mi vida, con picos de fiebre de hasta 39 grados. Me paso la mayor parte del día sola. Ya voy por la tercera jornada y comienzo a disfrutarlo, la verdad. Cama para mi sola frente al televisor de plasma con ese maravilloso sistema de audio que hace que suene a cine y que con la luz apagada lo parezca.

Aprovecho para ver toda las películas de la Saga Crepúsculo y cuando la fiebre vuelve a subir, a eso de las 7 de la tarde, intento releer la Saga por octava vez pero me molesta todo el cuerpo y tengo un dolor de cabeza espantoso. Me tomo el antigripal con un té y sin poder remediarlo me sumerjo en un extraño y perturbador sueño febril.

* * *

Mi habitación se ha transformado. En mi sueño abro los ojos y mi amplia cama se ha convertido en una cama pequeña con un edredón morado que me resulta familiar pese a la penumbra que me rodea. Miro a mi alrededor pero me cuesta reconocer la habitación. Hay una ventana por donde se filtra la luz de una luna inmensa. De pronto una nube la destapa por completo y toda la estancia se ilumina con su luz metálica. Debe ser la fiebre porque sé que estoy en Forks, en la casa de Charlie y que esta es la cama de Bella Swan. Todo me da vueltas, me tumbo y me sumerjo de nuevo en el letargo de la fiebre.

Algo me saca de mi semiinconsciencia. Me incorporo en la cama. Una extraña sensación me invade. Siento como si no estuviese sola en el cuarto pero no hay nadie. Vuelvo a tumbarme y me duermo casi de inmediato. 

Me despierto sobresaltada. Otra vez siento esa presencia en la oscuridad. Noto un escalofrío, miro hacia la ventana. Está abierta y no recuerdo haberla abierto yo. Me levanto a cerrarla. La luna se oculta tras las nubes y toda la habitación se oscurece de repente.

Mis ojos se van acostumbrando a la penumbra con rapidez. Vuelvo a la cama a tientas. Ya no hay rastro de la fiebre y no me duele nada. De pronto mi corazón comienza a palpitar con fuerza y siento miedo. Sé que alguien me observa. Siento una fuerte presencia a mi lado que lo inunda todo.

Me recuesto sobre la cama y miro alrededor. Hay alguien de pie frente a mí, frente a mi cama. Una figura alta, muy quieta me observa. Me siento de golpe en la cama y sé que esa presencia ha estado ahí todo el tiempo, vigilante, mirándome mientras duermo y un estremecimiento de emoción y temor, todo a la vez, me recorre la espina dorsal.

- ¿Quién eres? – susurro con la voz entrecortada. 

- Ya lo sabes – responde una voz profunda y masculina, hermosa y susurrante.

- ¿Edward? – no me sale la voz.

- Sí – responde impasible.

- ¿Has estado aquí todo el tiempo?

- Sabes que sí – dice acercándose lentamente a mi cama -. Lo hago cada noche.

Veo su silueta saliendo de las sombras, sus movimientos felinos. Soy consciente de que debería temerle pero no siento miedo alguno. Se sienta sobre la cama y se acerca a mí. Le miro asombrada. No es humano, eso está claro. Va vestido como si lo fuese, con una camisa azul claro con las mangas remangadas, pero no lo es, no es un ser humano si no algo mucho más perfecto y peligroso.

Vuelve a salir la luna y la habitación se ilumina por completo. Observo embelesada su piel blanca y pulida, su rostro hermosísimo, sus pómulos como tallados en mármol, sus delicados labios rojos. No puedo apartar mis ojos de esa visión. Parece un ángel pero algo en sus ojos me dice que no lo es. Su mirada es muy intensa y cambiante, melancólica, duce y dura al mismo tiempo. Edward me mira sin pestañear y me doy cuenta de que no respira y me estremezco de pies a cabeza.

Me acerco un poco y extiendo la mano para tocarle pero me detengo. Edward retrocede. Sus pupilas del color del caramelo se dilatan al máximo y se vuelven oscuras, peligrosas. 

- ¿Puedo… tocarte? – susurro.

- No lo sé . Temo hacerte daño si lo haces.

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- ¿Daño? – tiemblo al oírle.

- Deseo… anhelo tu sangre. – suspira -. Hueles tan bien. Es… el aroma más… deseable que he olido en toda mi existencia.

Su voz suena sensual, acariciadora. Me acerco un poco más y él se aparta en un movimiento tan rápido que casi no lo percibo. Está junto a mí, muy cerca. Cierra los ojos y aspira en mi pelo. Yo aguanto un suspiro. Respiro entrecortadamente. Su aroma embriagador intoxica mis pulmones, todo mi ser y no puedo respirar ni pensar. << Es el efecto que en una humana produce un vampiro>>, me digo. Anula mi voluntad. Sé que estoy con la boca abierta, contemplándole extasiada y sé que no puedo escapar a esta belleza sobrenatural, no puedo casi moverme, estoy aturdida.

- Respira, por favor – me susurra muy cerca y sonríe.

Esa increíble sonrisa hace que mi respiración se convierta en un errático jadeo. Mi mente está confusa pero mi cuerpo no. Solo siento deseo, un deseo casi doloroso. Deseo a Edward con todo mi ser.

Acaricia mi mejilla con sus largos dedos helados y me estremezco. Edward retira su mano como si mi piel le quemara y cierra los ojos.

- ¿Te… disgusta tocarme?- pregunto decepcionada.

- No… no, todo lo contrario – suspira e inhalo su dulce aliento -. Me… enloqueces. Eres tan… cálida.

Paso mi mano por su marmóreo rostro y siento el frío. Edward ladea la cabeza apoyándola en mi mano, presionando contra ella. Cierra los ojos y entreabre los labios.

- ¿Te gusta esto?

- Sí, mucho – susurra.

Abre los ojos y me mira con tanta intensidad que tiemblo.

- Quiero… - posa un dedo sobre mis labios.

- Shhhh. Déjame probar una cosa. No te muevas.

Me quedo quieta, muy quieta, casi ni respiro y dejo que se acerque más. Quiero que me toque, que me bese. Levanta su mano y pasa sus suaves y fríos dedos por mi mandíbula. Muy suavemente va bajando por mi cuello y se detiene en donde más palpita mi sangre, justo sobre mi corazón. Mi pulso se acelera sin remedio y retira sus dedos frunciendo el ceño.

- Es mi corazón.

- Lo sé – dice con el rostro apenado de pronto. 

Toma mi mano y la apoya en su pecho pétreo. 

- ¿Lo sientes? – niego con la cabeza -. No, claro que no porque aquí no hay nada. No late, está sin vida. El tuyo es tan… fuerte… golpea.

- Eso no es cierto, siento tu… tu miedo – digo sin apartar mi mano de su cuerpo.

- ¿Miedo? – me mira extrañado.

- Miedo a hacerme daño. Tienes sentimientos, sentimientos humanos.

- Sí, lo sé, siento algo muy intenso junto a ti. Se parece a la sed pero… no es igual.

- Sé a lo que te refieres – susurro mirándole a los ojos y posando mis dos manos sobre su pecho.

- ¿Qué es? ¿Lo sabes?- pregunta mientras acaricia mi rostro con sumo cuidado.

Ladea la cabeza mirándome sin pestañear, no tiene que hacerlo, claro. Jadeo y el respira mi aliento. Esta tan cerca de mi boca… Sus ojos oscuros están fijos en los míos. Mi respiración se vuelve errática y mi cuerpo se estremece. No puedo evitar un gemido.

- Edward… 

- Dímelo – susurra rozando mis labios con sus dedos. 

- Deseo, es eso – respondo casi sin voz. 

- Deseo – dice muy lentamente – Es eso lo que siento ahora, un inmenso deseo de ti. 

- Yo también lo siento. 

Respira mi aroma profundamente y jadea. 

- Cada vez es más fácil. 

- ¿El qué? 

- Olerte y controlar la sed. Me estoy acostumbrando muy deprisa – me toma por la cintura y me acerca a su cuerpo frío. El mío arde -. ¿No tienes miedo? 

- No. 

- Deberías.

Emite un gruñido sordo y sensual y de pronto siento como sus labios suaves se apoderan de los míos. Su aliento es terriblemente dulce. Comienza rozándome levemente pero mi boca, mi cuerpo quiere más y aprieto mis labios con fuerza abriendo mi boca y con ella la suya. Saboreo su boca con mi lengua y la suya se enrosca con a la mía. Mi cuerpo se deja llevar, noto su fuerza, su anhelo de mí y sé que corro peligro, que en cualquier momento su autocontrol puede venirse abajo y que nada le detendrá, que su sed será tan poderosa que no tendré escapatoria, Noto su ansia y mi cuerpo responde a ella. Gimo y me mira un instante y sé que es el final, que ya no hay vuelta atrás. Edward me toma por la barbilla y me besa con fiereza. Yo le devuelvo el beso con todo mi cuerpo pegado al suyo. Le tomo por la nuca, del cabello y me aprisiona entre sus fuertes brazos. No puedo escapar, no quiero. Me tumba sobre la cama y tira de su camiseta y de la mía. Me desuda con increíble rapidez y yo hago lo mismo pero con mi torpeza de humana. Su cuerpo es perfecto, como el de una estatua griega, de músculos largos y estilizados. Un ángel.

* * *

Estoy desnuda sobre la cama, jadeante y Edward me mira embelesado. Acaricia mi cuerpo y su frío me hace bien porque yo ardo, me quemo con cada caricia, con cada beso suyo y cada mirada. Me acerca a sus caderas, se coloca entre las mías y apoya sus codos sobre la cama. 

Siento su peso sobre mí y de pronto noto como me penetra, se adentra en mi cuerpo y yo le recibo. Jadea y se mueve cuidadoso y yo le sigo con mis caderas anhelando más. Profundiza en mi y solo hay placer, el placer más exquisito e inconcebible. 

Con sumo cuidado me posee, me toma y yo no temo nada, solo siento al máximo y comienzo a moverme más deprisa. Edward me acaricia, acaricia todo mi cuerpo intentando frenarme. Noto como se contiene, como reprime su fuerza y sus instintos. Jadea, me abrazo a él y siento como mi mente se olvida de todo peligro, solo le siento, solo hay placer, sensaciones. 

El éxtasis al que me conduce Edward no es de este mundo. Gimo con fuerza y me abandono pero en ese momento en el que mi consciencia parece regresar algo me hace abrir los ojos, un instinto que me advierte, me avisa del peligro. De la garganta de Edward surge un profundo gemido ronco y me doy cuenta de que su empuje ha cesado de pronto. 

Cierro los ojos y llega, llega el puro goce a mi cuerpo, y noto como transita el placer por todo mi ser, desde el suyo hasta el mío, surcándolo, llenándome. El placer me posee por completo. Cuando los abro de nuevo me doy cuenta de lo que va a ocurrir pero ya es tarde. 

Edward se abalanza contra mí con la boca abierta y los ojos negros como la noche y no puedo hacer nada, sus manos son como tenazas, sus labios fríos y pulidos se posan en mi cuello y sus dientes afilados traspasan mi carne al instante.

Me sujeta entre sus brazos y me eleva abrazándome contra su pecho, unido a mí. Siento un intenso dolor al mismo tiempo que convulsiono de placer por última vez. Edward gruñe. Es un gruñido animal, salvaje. Noto como sus labios succionan mi sangre con fuerza, como absorbe mi esencia vital extasiado, prolongando el placer de ambos.

Lentamente el calor abandona mi cuerpo a la vez que él sale de mí. 

Mi corazón late muy deprisa, siento mis latidos en los oídos. 

Siento que ese corazón lucha por cada gota de sangre pero él es más fuerte y los latidos se vuelven erráticos y mi pulso se ralentiza.

El vampiro me posa sobre la cama debilitada y ya sin fuerzas y se incorpora jadeante. 

Me mira y mi mente comienza a nublarse y le veo como entre niebla, veo como acaricia mi rostro y me observa consternado, es el ángel de nuevo.
 De su boca resbala un hilillo de sangre, mi sangre. Suspiro, sonrío y me sumerjo en la negrura.

.....CONTINUARA...