FanFIC no. 52 "Sincronizados.Kristen"

Estamos muy contentos en el Staff del buen recibimiento que le han dado a la continuación de los FanFICs Robsten, estos relatos tiene una magia especial que solo IRINA podría darles, disfruten de esta nueva etapa.

Somos un Blog ROBsessed, solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina

MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

Quien desee leer los anteriores Fics de IRINA (del 1 al 51) dar clic ----> AQUI

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FanFIC no. 52

"SINCRONIZADOS.KRISTEN"

por IRINA (Irene Mendoza)

SINCRONIZADOS
Kristen

Solos. Eso sonaba casi increíble. Me puse a horcajadas encima de Rob. El me miró de esa forma, con esa manera tan intensa, tan suya, tan…<<quiero guerra, nena>>. Sonreí y me mordí el labio provocativa.

- Eres… maravillosa – susurró Rob.

- Y tú – murmuré con voz ronca.

- ¿Lo has hecho alguna vez en un coche? – me dijo al oído.

- No – sonreí un poco avergonzada.

- ¿No? – sonrió y suspiró excitado -. Sería tu primera vez.

- ¿Y la tuya? – sonreí con picardía.

- No – negó riéndose.

- ¿No qué?

- Que no sería la primera. Recuerda que yo he sido una persona anónima hasta los 18 años y que he podido caminar por la calle hasta los 21.

Abrí la boca haciéndome la sorprendida. Me reí y él me besó en el cuello, subiendo su boca hasta alcanzar el lóbulo de mi oreja y morderlo suavemente, bajando hasta mis hombros sin dejar de sonreír.

- Desnúdame – le pedí de lo más sensual.

Rob suspiró profundamente y fue deslizando los tirantes de mi camiseta y de mi sujetador por mis brazos. Mientras yo me soltaba el sujetador de un solo tirón él se quitó la camiseta. Luego me bajó la cremallera de mis shorts. Nos pasamos al asiento del copiloto. Yo le solté los botones de su bragueta, bajándole los pantalones hasta las rodillas junto con su ropa interior y liberando su erección. Comencé a contorsionarme entre risas, intentando deshacerme del resto de mi ropa. No sé cómo pero finalmente lo logré. 

- Por fin – jadeé libre de mis bragas y sentándome sobre su entrepierna. 

A esas alturas Rob ya estaba ocupado saboreando mis pezones y deslizando sus dedos dentro de mi húmedo sexo. 

Rob gimió y ese sonido tan salvaje me excitó de tal manera que temblé. Noté su erección bajo mi sexo, me elevé un poco apoyada en sus hombros y caí sobre su duro miembro, dejándome penetrar sin más.

- ¡Ah, preciosa! – gimió masajeando mis nalgas con sus hábiles dedos.

Comencé a moverme sobre él, imprimiendo un ritmo lento pero continuo. Mi boca jadeaba mientras la suya saboreaba mis pechos sujetándome con fuerza por las caderas, ayudándome en mis balanceos. Dejó de lamerme para coger aire con fuerza y aproveché para saborear su boca. Nuestras lenguas se enroscaban afanosas mientras nuestros cuerpos se movían en perfecta armonía, piel con piel, movimientos en sintonía, cada vez más rápidos, sincronizados. Rob gemía con los ojos cerrados y yo le contemplaba embelesada. Era tan hermoso verle así de entregado, gozando de mí. Y yo me sentía tan poderosa sobre su cuerpo…

- ¡Me encanta tenerte sobre mí, amor! – dijo abriendo sus dulces ojos claros, brillantes.

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- Te amo – jadeé perdiéndome en ellos.

- Me vuelves loco preciosa. ¿Lo sabes, verdad?

- Sí… y me encanta volverte loco – susurré en su boca besándole con todas mis ganas.

Me sujetó con un brazo por la espalda apretándome contra él, contra su boca y su cuerpo, intensificando el modo en que me penetraba. Con el otro me tomó por la nuca acercando mí frente a la suya. Me aferré a sus fuertes hombros sabiendo que ahora sería duro y enérgico. Mi hombre intenso y poderoso, puro placer. Comencé a ceder a sus potentes acometidas y cerré los ojos cuando el primer temblor de mis entrañas lo atrapó haciéndole gemir con mucha fuerza.

- Espérame – imploró.

- Sí… dime… cuándo – gruñí casi en éxtasis, aguantando por él, esperando su orgasmo.

- Kristen…

- ¿Qué?

- ¡Ya! – gruñó.

Y nos dejamos ir juntos. Contemplándonos, adorándonos, gritando. Solos en aquella inmensidad. Después nos besamos y acariciamos muy despacio, hasta recuperar de nuevo el silencio de nuestros cuerpos.

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- Aquí hace calor – dijo con voz ronca, aun jadeante y sofocado. 

Quitó la capota del Porsche y pude contemplar el cielo del Mojave lleno de estrellas. Se veía un velo de ellas surcándolo, toda la Via Lactea titilando en la noche. Rob me observaba en silencio. Me quedé contemplando aquel espectáculo maravillada y los ojos se me llenaron de lágrimas.

- Es tan… hermoso. Este cielo…

- Lo es, es perfecto, como tú. ¿Estás bien? – susurró Rob limpiando mis lágrimas con sus manos.

- Sí, solo un poco emocionada – dije temblando de repente.

- ¿Tienes frío? – dijo frotándome la espalda.

- Un poco.

- Aquí hace mucho frío de noche. Espera, que tengo una manta en alguna parte – dijo saliendo del coche y poniéndose a rebuscar en el maletero.

- ¿Y para qué quieres una manta en California? – reí.

- No lo sé – dijo encogiéndose de hombros -. Me la regalaron en Vancouver. Es indígena y me gusta. En Inglaterra llevamos mantas en los coches ¿sabes?

- ¿Y tú sabes que estás rebuscando ahí fuera desnudo?

- Sí pero no me importa, no nos ve nadie – se paró un momento a observar alrededor y sonrió como un crío travieso -. Nadie.

- Volvió a meterse en el coche, echó el asiento del copiloto para atrás y me acurruqué entre sus brazos con la manta encima.

- ¡Uhmmm, qué suave!

- ¿La manta o yo? – sonrió.

- La manta… y tú.

Reí y sentí otro escalofrío. Realmente hacía frío.

- Ven que te doy calor, preciosa.

- Sí, dame calor – suspiré muy a gusto -. Eres tan cálido…

Nos besamos despacio pero durante mucho tiempo y poco a poco, casi sin darnos cuenta, nos fuimos quedando dormidos con las estrellas sobre nosotros.

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Desperté con las primeras luces del alba. El cielo comenzaba a tener un pálido tono azulado. Pronto saldría el sol y lo abrasaría todo. A pesar de estar desnuda tenía calor bajo la manta y sobre el cuerpo de Rob. El dormía plácidamente abrazándome. Al mirarle no pude evitar derretirme de amor por él y… de ganas. Sonreí bajo la manta y me escurrí por su cuerpo hacia abajo, recorriéndole con suaves besos cortos, acariciándole muy despacio desde el vello del pecho bajando por el de su vientre hasta alcanzar su pubis. Rob emitió un quejido de gusto y sonrió con los ojos cerrados. Comencé a besar su piel mientras acariciaba su gloriosa erección matutina. Gimió y acarició mi cabeza. Yo sabía que él me miraba, le encanta observarme mientras <<me ocupo de él>>, como él dice. Y a mí me encanta hacerlo, me encanta que me mire. En esos momentos tan íntimos me siento la mujer más sexy de la tierra.

- Qué bien, amor! ¡Qué feliz me haces, nena! – jadeó.

No pude responder a su gozosa declaración porque hundí su verga en mi boca y la lamí con gusto arriba y abajo apretando con mis labios, dejando surcar mi lengua por toda su dura largura saboreándose con fuerza mientras disfrutaba de sus potentes gemidos, los que yo le provocaba, los que hacen que me sienta eufórica y golosa.

Le rodeé con más fuerza para que penetrara a fondo mi boca, una y otra vez. Lo noté llegar. Cerró los ojos y gritó y gruñó mientras se derramaba. Le miré admirada y sonreí lasciva.

- ¡Oh, nena eres realmente caliente! – dijo tirando de mi y besando mi boca.

- Tengo tu sabor y me encanta – susurré sofocada.

- ¡Uhmmm! Te mereces… - dijo mirándome embelesado -. No puedo dejarte así.

Me elevó sobre su cuerpo levantando un poco el asiento.

- ¿Y qué piensas hacerme? – susurré en su boca.

- ¿Te acuerdas de Tokyo? – sonrió.

- Aha – asentí admirando su cuerpo desnudo con deseo -. Nunca me olvidaré de Tokyo.

- Valió la pena esperar – susurró acariciando mi húmedo sexo con sus largos dedos mientras con la otra mano acariciaba mis pechos deteniéndose en mis pezones, que se irguieron con un solo roce de las yemas de sus dedos.

- Ya lo creo – jadeé respirando hondo -. Me dejas sin aliento.

- Y tú a mí, amor – dijo besándome desde el cuello hasta los hombros.

Retiró el pelo de mi nuca y bajando mi cabeza me lamió el cuello mordisqueándolo suavemente mientras sus dedos no paraban de acariciar mi clítoris, de introducirse en mí cada vez más rápido. Temblé de placer, sin remedio. El lo sabía, sabía que su boca, sus dedos, su voz y su olor me volvían loca, me transportaban a otra dimensión, a la del placer verdadero, la de mi yo más carnal y animal que respondía cada vez, siempre. Fue bajando su lengua por mis senos comiéndome los pezones, deleitándose. Sus dedos continuaron implacables surcando mi ya tembloroso sexo. Gemí en su boca y sus ojos me contemplaron brillantes de satisfacción. 

- ¿Te gusta?

- ¡Me… encanta! – jadeé desecha de placer.

- Te quiero – susurró en mis labios.

Le besé pronunciando <<te quiero>> con mi lengua dentro de su boca. Mi cuerpo se arqueó preparado para el tembloroso final y justo en ese momento me penetró con fuerza, sin avisar. Rob abrió los ojos mucho y la boca, sin emitir ningún sonido y me dejé ir junto con él mientras me abrazaba con fuerza. Sofocamos nuestros gemidos el uno en la piel del otro.

...CONTINUARA EN EL FIC 53...