FanFIC no. 60 "Londres.Rob"

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina

MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     * * * * NUEVO * * * * 

JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 60

"LONDRES.ROB"

por IRINA (Irene Mendoza)

- No estaba seguro de que fueses a decirme que sí – dije surcando su hombro hasta el omoplato con mis dedos. 

Era cierto, no las tenía todas conmigo cuando se lo pedí. Me había costado porque me daba miedo una posible negativa. 

- ¿Por qué? – preguntó frunciendo el ceño extrañada. 

- Eres dura de pelar, pequeña – dije sonriendo. 

- ¡No lo soy! - dijo golpeando mi brazo con su puño. 

Me reí a carcajadas. Me encanta sacarla de quicio. Ella me miró con ternura y me acarició el pelo, deslizando sus dedos hasta mi nuca, haciendo que la piel se me pusiese de gallina de puro placer.

- Tendremos que pasar por mi casa – dije besando su mejilla. 

Kristen estaba tumbada desnuda sobre aquella enorme cama con baldaquín, rodeada de pétalos de rosa, con las mejillas coloradas, despeinada, adormecida, oliendo a rosas y yo no podía dejar de mirarla y acariciarla. 

- ¿Me enseñarás Barnes? – preguntó dándose la vuelta y dejándome contemplar la esplendida vista de la curva de su espalda y su estupendo trasero. 

- Claro, aunque no hay mucho que enseñar – susurré acariciándoselo. 

- Tu habitación. Tengo curiosidad – dijo acariciando mi pecho. 

- ¿En serio? – sonreí 

- Sí – rió -. ¿No deberías ser tú quién no quiere presentarme a sus padres? Creo que hemos cambiado los papeles. 

- Soy un chico tradicional . Además ya conozco a los tuyos – dije besando su frente. 

- Ya lo veo y sabes… 

- ¿Qué, amor? – dije aspirando el aroma de su pelo, de su piel. 

- Que me encanta – dijo tocándome el pelo -. Adoro que seas así. 

- Así… cómo – susurré. 

- Dulce, muy dulce. 

Susurró esas palabras sobre mis labios y la bese con fuerza atrayéndola hacia mi cuerpo, que la reclamaba de nuevo, feliz, feliz de tenerla, de quererla. En la mesilla de noche pocas rosas quedaban intactas y la botella de champán estaba vacía. 

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Hicimos la rueda de prensa y salimos a saludar a la balconada del Crillón frente a la Plaza de la Concordia como buenos profesionales, aunque la verdad es que estaba agotado. Chris, al que le encanta la historia europea, nos mantuvo despiertos contando que durante la Revolución Francesa la guillotina estuvo allí instalada, que fue en esa misma plaza donde Luis XVI y María Antonieta fueron ejecutados. El único que estaba en plenas facultades y sin jet lag era Taylor, todo un fenómeno. Aunque ni bebe, ni fuma, come sano y hace mucho deporte, no como yo. El tío se cuida de verdad, todo hay que decirlo. 

Cumplimos correctamente con nuestro trabajo casi sin dormir pero a falta de sueño para qué está el café. Kristen, a pesar de haber dormido poco estaba preciosa. Con un vestido vaporoso de color claro, corto, preciosa de verdad. Bueno, yo siempre la encuentro adorable pero esa mañana tenía un brillo especial en los ojos o era que yo estoy loco, completamente chiflado por ella. 

Me hubiese gustado poder disfrutar un poco más de París con Kristen, salir de noche, volver a tomar absenta juntos y comprar algún regalo para mi familia pero esa misma tarde, 10 de noviembre, salíamos hacia Londres en un jet privado. 

De todas formas yo estaba exultante, feliz de llevar a la mujer que amo a mi lado y de volver a casa después de casi un año. La noche no era muy fría, perfecta. No soplaba viento y la ausencia de nubes dejaba ver las estrellas sobre el aeropuerto parisino de Le Bourget. 

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Es un pequeño aeropuerto cerrado al tráfico internacional, que solo opera con aviones privados, alejado de París y nada transitado pero supongo que nos siguieron desde el hotel. Cogí la mochila y juntos cruzamos la pista para encaminarnos al jet seguidos de cerca por Nick. 

Siempre camino muy deprisa, más rápido que Kristen. En un momento de nuestro paseo hasta el avión ella me tomó del brazo y yo me acerqué más a su cuerpo lo que hizo que se apretase contra mi. La miré a los ojos y vi que quería que la esperara, que quería que caminara a su lado. Solo con mirarnos nos comprendemos, es así y fue así desde el principio.La sonreí sintiendo en ese momento el amor más inmenso por esa chica, mi chica y Kristen me devolvió la sonrisa. Y así juntos, sin dejar de mirarnos, sumergidos en nuestra burbuja, no nos percatamos de que a lo lejos unos teleobjetivos nos enfocaban.

Nick fue el que se dio cuenta y nos avisó poniéndose a nuestro lado y tapándonos. Kristen soltó mi brazo rápidamente, se separó de mi aunque siguió posando su mano sobre la mía, apenas rozándome con los dedos pero sin perder el contacto con mi piel. Y yo estaba tan contento de tenerla a mi lado que ni siquiera esos buitres me hicieron perder la sonrisa.

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Nos alojábamos en el Hotel Ritz, en la Suite Trafalgar, a escasos metros de Picadilly Circus y muy cerca del Soho. 

- Tu madre y tus hermanas me han dicho que me tienes que invitar a tomar el té en el Salón Palm Court – dijo Kristen mientras deshacía la maleta. 

- ¡Ah sí! Aquí dan el mejor té de la ciudad. Bueno, no solo té, va acompañado de sándwiches y unos pastelitos glaseados deliciosos – comenté desde la cama. 

Me había tumbado nada más llegar y estaba a punto de quedarme dormido mirando como Kristen iba de un lado a otro de la lujosa habitación. 

- ¿Los has probado? – preguntó desde el baño. 

- No, nunca he tenido tanto dinero como para eso… hasta ahora – reí. 

- Pero será mañana, ahora… podíamos… seguir donde lo dejamos en París – dijo acercándose lentamente, casi ronroneando como si fuese una gata. 

- ¿Dónde lo dejamos? – pregunté incorporándome un poco de la cama. 

- En París tenía algo… algo que compré pero no pude llegar a usarlo, no me diste tiempo. 

Se puso sobre la cama, de rodillas, pegada a mi. 

- ¿Qué no te di tiempo? – sonreí acariciando sus piernas. 

- Me tuviste desnuda toda la noche – exhaló en mi boca haciéndome temblar de deseo. 

- Podrías estrenarlo ahora… lo que compraste – susurré pegado a sus labios. 

Quise besarla pero retiró rápidamente la cara y se levantó de la cama. 

- Ahora vuelvo y te lo enseño – dijo sonriente, corriendo hacia el baño.

No tardó mucho en regresar con un maravilloso corsé de satén de color negro con liguero incorporado, unas medias negras que dejaban al aire parte de sus muslos y… nada por abajo. << ¡Oh, Jesús>>, exclamé. No pude hacer otra cosa que quedarme con la boca abierta ante tanta piel suya a la vista.

Se acercó melosa, dándose la vuelta y dejándome admirar su precioso trasero, mordiéndose el labio y sonriendo con picardía y yo ardí literalmente. Se subió a la cama una vez más y volvió a ponerse de rodillas frente a mí. Yo no podía dejar de mirarla embobado. 

- Me encanta este… escaso trocito de tela que… que apenas te cubre… nada pero prefiero que no lo lleves puesto, en serio – dije estirando de la tiritas del liguero 

- Pues quítamela ya – susurró. 

No me dio tiempo a hacer nada porque se abalanzó sobre mí para besarme y en un momento estaba a horcajadas sobre mis caderas, desnudándome aun con las medias puestas. 

El corsé era muy escotado y le juntaba mucho los pechos haciendo que al moverse sus pezones asomasen del sujetador. La vista era maravillosa desde abajo, con ella sobre mí, meneándose con frenesí mientras yo impulsaba mi cuerpo contra el suyo. 

- Oh, nena, me vuelves loco – resoplé. 

- Me encanta volverte loco – gimió. 

- Y a mí me encanta esta promo – jadeé riendo. 

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Un estreno en Londres siempre es genial. Y más si es en Battersea, junto al Thamesis. Allí estaba mi familia reunida, mis amigos y Kristen. ¿Qué más se puede pedir en la vida? 

- ¡Creí que me habías dicho que en tu país la gente gritaba menos! – dijo Taylor casi a voces porque el estruendo de las fans era ensordecedor. 

- Eso creía yo pero al parecer las chicas inglesas tienen buenas gargantas, como todas. 

- ¡Qué ambientazo! ¡Me encanta Londres! – dijo Taylor. 

- ¡Pues aun no has visto nada, tío! – respondió Kristen dándole un puñetazo en el brazo. 

- Algo he visto esta mañana. Me he acercado hasta el Big Ben y luego he visitado con Chris la Torre de Londres.

Por cierto, ¿qué habéis estado haciendo? No he conseguido dar con vosotros y eso que os he llamado al móvil un par de veces. 

Me eché a reír ante tanta inocencia y le dio una palmadita en la espalda. Taylor nos miró a ambos mientras Kristen me miraba a mí y dejaba escapar una risita cómplice. 

- Oh, vale, vale, mejor no sigo preguntando – dijo poniendo cara de avergonzado, alejándose de nosotros. 

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Esa noche Kristen y yo salimos por mi ciudad con Tom. Fuimos al Soho House y a un par de garitos más y nos lo pasamos genial.

La gente no es tan impulsiva y directa en mi tierra. Les debe dar una especie de pudor molestar famosos, cosa que en L. A. no ocurre, a pesar de que el famoséo por metro cuadrado es bastante superior al de Londres. 

Y sé que no llegamos a tomar el té en el Salón del Ritz pero me encargué que al despertar Kristen tuviese su ración de pastelitos glaseados. 

...CONTINUARA...