FanFIC no.115 'Fin de año II. Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam 
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no.115

"FIN DE AÑO II. KRISTEN"
Imágenes: Elena

Le besé y le besé y comencé a sentir como ambos nos dejábamos arrastrar por el deseo. Tom cruzó el pasillo que daba a las habitaciones del piso superior y se asomó desde la puerta.

- ¡Eh, salidos! Nos vemos todos abajo – dijo en voz alta, sin entrar a la habitación.

- Estamos sacando las cosas de la furgoneta tortolitos – dijo Sam Bradley pasando por el pasillo -. En media hora quedamos abajo para salir hacia el pueblo. ¡Empieza la fiesta chicos!

- ¡Vale ahora bajamos! En cuanto saquemos las cosas de las mochilas – gritó Rob sin dejar de mirarme con su sonrisa hiper sexy, acariciando mi trasero.

A veces creo que hasta le leo el pensamiento. Se quitó la chamarra y por la insistencia e intensidad de su mirada supe exactamente lo que quería en ese momento. Yo también quería lo mismo.

- ¿Cierro la puerta? – dije mordiéndome el labio con picardía, sabiendo lo que ambos necesitábamos.

- Sí – susurró Rob acariciando una vez más mi trasero.

Caminé hasta la puerta mientras él se soltaba la sudadera y me observaba y nada más cerrarla, los dos nos abalanzamos el uno sobre el otro para besarnos mientras nos acariciábamos con urgencia, posesivos y ansiosos.

- Nos están esperando abajo – jadeé al sentir como Rob me soltaba los pantalones para acto seguido bajármelos de un tirón mientras se soltaba también los suyos.

Exhalé un gemido de puro deseo y me quité rápidamente el polar y la camisa.

- Lo haremos rápido, amor… - susurró con voz profunda y sensual.

- Uhmmmm, sí… Me apetece tanto… 

- A mí también nena. Me muero de ganas…

Yo permanecí con los pantalones bajados y los muslos apretados hasta que sus manos cálidas y grandes los separaron de forma suave pero firme, inclinándose sobre mí.

- Sí… ábrete para mí, preciosa… - susurró acariciando mi cuello con su nariz y gemí con fuerza, sin poder evitarlo -. Shsssssssssssss, que no nos oigan, amor.

Los dos reímos en voz baja y yo volví mi rostro hacia Rob para besarle ansiosa a la vez que saboreaba por anticipado el delicioso momento que precede a una estupenda sesión de sexo rápido.

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Sus manos se adentraron bajo mi camiseta alcanzando mis pechos mientras su lengua serpenteaba con la mía y su dura erección se adentraba entre mis muslos. Yo era consciente de cómo estaba encendiendo su deseo, arqueándome para él, mostrándole mis nalgas y acariciando su erección con ellas, sintiéndome orgullosa de que me necesitase tanto.

Sus manos no permanecieron quietas y se centraron en mis pezones, endureciéndomelos rápidamente con los pulgares. Nuestras miradas se cruzaron cargadas de lujuria. El modo tan apremiante con el que Rob me contemplaba me provocó una imperiosa excitación que me humedeció aún más de lo que ya estaba. Y justo en ese momento, sin apartar los ojos el uno del otro, Rob me besó con fiereza, casi con violencia, abandonando mis pezones y aferrándome por las caderas, a la vez que entraba en mí hasta el fondo. 

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Me aferré a la cómoda con fuerza para empezar a encajar sus frenéticas y deliciosas embestidas y cerré los ojos abrumada por las intensas sacudidas, sintiéndole al máximo.

Rob gemía intensamente en mi oído cada vez que me llenaba, a pesar de que intentaba no hacerlo, aturdiéndome cada vez que se enterraba en mi cuerpo con todo el vigor de su deseo, de forma profunda y rápida y yo le devolvía esos gemidos ahogados, temblorosos.

Sentía su peso sobre mi cuerpo hundiéndose, deslizándose dentro de mí una y otra vez, penetrándome con tanta facilidad, con fuerza. 

Nos necesitábamos apasionadamente.

Intenté por todos los medios no gritar pero la intensidad arrasadora de mis sentimientos por él escapó de mi garganta en forma de un sonoro gemido casi doloroso y Rob, sin detener el ritmo de sus embestidas, elevó la cabeza desde el hueco de mi cuello y me besó con fuerza para acallar mis incontrolables jadeos. 

Los dos nos tomamos de las manos, apoyándolas sobre la cómoda, con sus dedos entrelazados en los míos, sin dejar de mirarnos a los ojos.

Me embistió más profundamente, con un poderoso envite de su cadera y un nuevo orgasmo comenzó a formarse en mi vientre.

- Te amo… – conseguí susurrar desesperada de placer, con mi mirada aferrada a sus dulces ojos cristalinos.

- ¡Yo también te… amo...! – respondió y lo hizo con tanta fogosidad que creí que mi alma estallaría dentro de mi pecho de pura felicidad.

Me cerré alrededor de su miembro para aumentar su placer y lo que estalló en lo más profundo de mis entrañas fue un enloquecedor orgasmo, largo y demoledor.

Al notarlo Rob se impulsó dentro de mí con toda su potencia varias veces más, dilatando mi placer hasta que se derramó con energía gruñendo agónico sobre mi hombro de forma prolongada, ronco, mordiéndolo.

Pude admirar maravillada como su glorioso éxtasis se reflejaba en el espejo de la cómoda y en su masculino cuerpo. Sus músculos en tensión, los dientes apretados, la vena marcada en su frente, la mandíbula tensa, sus manos aprisionando las mías, su ancho pecho subiendo y bajando intentando recuperar el aliento, su rostro sofocado y hermoso…

Me abrazó satisfecho, saliendo lentamente de mí, cerrando los ojos mientras aspiraba mi aroma y me mordisqueaba el cuello, la nuca y el lóbulo de la oreja haciendo que mi sexo aun vibrase suavemente. 

Me sentía como floja, débil, con las piernas temblorosas y los labios hinchados. Me di cuenta que era por habérmelos mordido para evitar mis gemidos.

Ronroneé de gusto con Rob descansando entre mis muslos, sintiéndome algo mareada, deleitándome en el placentero sexo que acabáramos de tener y que ya echaba de menos.

- Mmmm… mi amor - susurró deliciosamente al escuchar mi ronroneo.

Podía recordar y casi sentir aun su miembro abriéndose paso dentro de mi vientre de forma furiosa, sin preliminares. Sólo sexo intenso, rápido, necesitado, glorioso y enloquecedor.

Se despegó de mi cuerpo y me giré para mirarle mordiéndome el labio una vez más. Su respiración entrecortada, aun jadeante resultaba incluso más estimulante que pensar en sus embestidas. Me notaba increíblemente excitada todavía.

A veces me asusta la abrumadora necesidad que tengo de él. Me da miedo que Rob no me necesite siempre igual porque entonces sé que me sentiría perdida y eso me asusta, me asusta mucho. Rob acarició mi mejilla haciéndome olvidar mis inoportunos pensamientos.

- ¡Oh, Dios…! – gemí intentando recuperar el aliento, poniendo los ojos en blanco.

- ¿Aun te apetece, verdad? – susurró acariciando mi vientre con las yemas de sus dedos, erizando mi piel.

Me miró con deseo dándose cuenta enseguida.

- Sí – sonreí avergonzada - ¿Y a ti?

- También, nena. Mucho – susurró jadeante en mi oído, haciéndome estremecer con ganas renovadas.

Podía notar todavía los vestigios de su placer presentes en su agitada respiración y en su voz ronca y sensual. No pude evitarlo y dejé escapar una suave risa mezclada con un suspiro de satisfacción.

Los dos sonreímos y nos besamos. No teníamos tiempo de más. Rob me limpió con ternura los restos de su semen de entre mis piernas, arreglamos nuestras ropas mutuamente y rápidamente nos dirigimos a la entrada de la casa cogidos de la mano y lanzándonos miradas pícaras y cómplices. 

- Espero que nadie nos haya escuchado – susurré.

- Espera – dijo atusándome el pelo.

- Tienes las orejas rojas – reí.

- ¡Oh, mierda! – sonrió Rob tocándoselas – Me arden.

- Y yo estaré colorada, seguro.

- Sí, amor. Estás preciosa – me susurró al oído.

Nos encontramos con todos abajo, ya en la calle. Rob se puso el gorro de la sudadera para disimular sus orejas incandescentes, me miró con dulzura y me sonrió apretando mi mano.

- ¡Venga tardones! – gritó Sam

- ¿Bajamos hacia el pueblo de una vez? – dijo Marcus.

- Sí, vamos a tomar algo antes de cenar – dijo Tom.

- Rob, ¿tienes un cigarro? Me muero por uno – dije yo.

- Yo también - resopló hurgando en sus bolsillos -. Eso estaba buscando, preciosa.

Tom se adelantó tendiéndonos el paquete de tabaco y ambos cogimos uno a la vez, encendiéndolo ansiosos.

- ¡Mmmmmmmmm, gracias Tom!–murmuré aspirando con fuerza.

- !Uf! Gracias tío – dijo Rob haciendo lo mismo.

Tom nos miró de hito en hito y de pronto se quedó callado con la boca abierta, abriendo mucho los ojos.

- ¡Joder, lo flipo con vosotros dos! – exclamó negando con la cabeza.

- ¿Me he perdido algo? – preguntó Marcus sin enterarse muy bien de qué iba aquello.

Y los tres estallamos en ruidosas carcajadas.

...CONTINUARA...