FanFIC no.141 'El sueño de una noche de verano.Kristen'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

NOTA: ESTE FIC IRINA SE PUBLICA LUNES Y JUEVES

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

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FanFIC no.141

"EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO. KRISTEN"
Imágenes: Elena

En realidad Stephenie Meyer ideo ese final para Bella y Edward. Siempre tuvo en mente que terminarían casados. Después la historia se complicó al llevarla al papel pero ese era su ´´final´´ redondo.

Ahora, echando la vista atrás, siento que no le fallé ni a Bella ni a su autora. Y sé que disfruté de la boda, de cada escena, segundo a segundo. Sabía que jamás la olvidaría. Me sentía como si fuese ella, como si fuese Bella. Más que nunca.

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 Mientras tuvieron lugar las grabaciones de la boda hubo una máxima para todos: la seguridad. Con la doble misión de protegernos y de proteger la filmación. Lamentablemente alguien había filtrado imágenes del rodaje de las escenas de sexo vampírico en internet. Una docena de fotos con capturas de pantalla. Todos estábamos furiosos. Es nuestro trabajo y lo hacemos, al menos yo, lo mejor que sabemos y podemos y no nos gusta que nos lo pisoteen. Hay mucha gente anónima que come gracias a esto y que entregaron muchas horas de sus vidas para crear el universo de la Saga. Se merecen un respeto por ello.

Después de aquel disgusto todo el equipo tuvo claras las prioridades: había que conservar en secreto el vestido de novia y todo lo que rodeaba a la ceremonia. 

Del 7 al 11 de abril se desplegó todo un ingente dispositivo para logarlo. Guardaespaldas, seguridad privada y policías locales por todas partes, carreteras cortadas y tarjetas de identificación para cada persona que tuviese que acceder al set. Grandes paneles de insonorización acústica tapaban todo y se colocaron toldos y sábanas para impedir la visión aérea y sombrillas para tapar a los actores. Se trataba de lidiar contra los paparazzis. Sus objetivos de largo alcance no debían de poder captarnos en ningún momento y sabíamos que había muchos escondidos tras los arbustos y laderas de las inmediaciones. Incluso se vadeó el río para evitar que alguno se colara sumergido en las aguas heladas. Son muy capaces.

En cuanto a mí… a mí me escondieron bajo una inmensa capa de Vulturi. 

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Hacer de Bella ya era para mí como respirar. Soy su fan número uno. Ame y amo a Bella, admiro su fortaleza, su sacrificio, su amor incondicional y creo que mientras hice de ella fui mejor persona.

Necesito sumergirme en mis personajes al cien por cien y a veces creo que eso no es bueno para mí. Rob entra y sale de ellos con facilidad, yo no, me los llevo conmigo. Necesito ese tipo de intensidad para poder recrearlos. Me hace sentirme viva, supongo que por eso actúo. Lo malo es que cuando los acabo me cuesta dejaros atrás y me siento vacía al hacerlo del todo.

Por eso durante el tiempo en que duró la recreación de la boda de Bella y Edward tuve los sentimientos a flor de piel. Estaba más sentimental y romántica que en toda mi vida. Quizá me lo tomé demasiado en serio y mareé a todo el mundo con mis dudas y puntualizaciones acerca de cada detalle pero es que siempre quise que todo saliese bien, a la perfección. Se lo debía, a Bella.

Rob no se lo tomó tan en serio como yo, él no se toma casi nada en serio pero no le culpo, si lo hiciese a estas horas se habría vuelto loco.

El 13 de agosto a las 5 de la tarde, ponía en la invitación de boda de Edward y Bella, aunque en realidad era principios de abril y eso en la Columbia Británica es aun invierno.

El primer día del rodaje de la ceremonia hacía frío, un frío húmedo y cortante. Lo recuerdo calándome los huesos. Todos estábamos helados pero no podíamos demostrarlo. Durante el montaje de la película nos quitaron el vaho que salía de nuestras bocas con efectos digitales pero allí, en medio de un húmedo bosque canadiense, no podían desprendernos del frío. Tiritábamos hasta que decían acción, entonces todos poníamos nuestra mejor cara, como si realmente la boda se estuviese celebrando en pleno agosto. Los hombres iban un poco más abrigados pero las actrices llevaban tan solo finos y etéreos vestidos de gasa. Yo no podía llevar más que una tanga casi invisible para que no se marcase bajo el vestido y el satén de seda no daba demasiado calor.

Crepé de raso blanco en seda inspira do en los años 20, lo recuerdo. Se tuvo claro desde el principio que el vestido debía ser elegante, sexy, juvenil y vintage al mismo tiempo. La venezolana Carolina Herrera creó, en su taller de Nueva York, un vestido de manga larga con toda la espalda en encaje de Chantilly transparente, con una hilera de 152 botones forrados que recorrían toda mi espalda. Me hicieron tres pruebas y cuando ya terminado, me lo puse por primera vez y me miré en el espejo me emocioné muchísimo. ¡Me encantaba! Yo no soy la típica chica que sueña con el día de su boda, con un pomposo e incómodo vestido blanco. Pero aquel vestido era… era perfecto, me quedaba como un guante. Eso sí, sin comer golosinas ni galletas en una buena temporada. En aquel momento yo no era la actriz que lo llevaría, era la novia, la chica joven y feliz por casarse con su amor.

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Elisabeth Reaser estuvo conmigo justo antes de comenzar a rodar y me descubrió sola, echa un manojo de nervios, tiritando no de frío si no de emoción. Yo me había quedado en el decorado de la casa, esperando a que apareciese Billy Burque para llevarme al altar y me encontró sentada, perdida en mis pensamientos.

        -     Kristen, Bill dice…

Me levanté de golpe, casi sobresaltada.

      -     ¡Elisabeth…!

      -     ¿Te he asustado?

      -     Un poco – sonreí -. Estaba aquí, ensimismada.

 - - Perdona. Déjame que te vea… - se acercó y me contempló de arriba abajo admirada haciendo que me sonrojara -. ¡Oh, estás… adorable! Pareces una verdadera novia, Kristen.

-    -    Y así me siento. Sé que es ridículo pero… - murmuré azorada, encogiéndome de hombros.

      -    No, no lo es – rió Elisabeth -. Rob está ahí fuera en el bosque esperándote, todo nervioso, igual de adorable que tú.

Al oír el nombre de Rob bajé la cabeza emocionada y avergonzada a partes iguales. Elisabeth y yo nos abrazamos. En ese instante entró Bill con Billy Burke y supe que el momento había llegado.

Nada más llegar al enclave escogido para recrear  la ceremonia sentí que entraba en un mundo mágico, como en ´´El sueño de una noche de verano´´, con todo cubierto de musgo y blancas flores frescas, cientos de glicinas flotando en el aire que olían maravillosamente bien. Los bancos surgían de entre la hiedra y los helechos y estaban hechos de troncos y ramas. Parecía que en cualquier momento diminutas hadas de los bosques saldrían revoloteando entre los invitados en aquel lugar mágico, como salido de un cuento, entre la niebla.

El ramo estaba hecho de jacintos, fresias, espuela de caballero y ranúnculos, todas flores blancas. El aire olía a hierba recién cortada, a tierra mojada, a los cedros que nos rodeaban.

Puse un pie sobre el blando musgo, regado de diminutos pétalos blancos y al oír ´´acción´´ comencé a caminar muy lentamente para recrear el minuto y poco más que me separaba del altar. Nada más levantar la vista, que tenía clavada en la senda para no tropezarme con los tacones y pisarme el vestido, justo cuando dije mi frase a Billy, ´´papa no me dejes caer´´, entonces, nuestros ojos, los de Rob y los míos,  se encontraron y los nervios que tenía presos en el estómago se me subieron a la garganta y sentí que estaba a punto de emocionarme de verdad.

No tenía que decir mucho más, no había diálogo, solo sentimientos que expresar mediante miradas y gestos. La ansiedad de Bella, su torpeza, la vergüenza de caminar ante tanta gente… y sobre todo intenté representar la dificultad de ese momento para ella, tan reservada y tímida, como sufre hasta que ve a Edward, entonces sabe que puede hacerlo, que solo debe mirarle a él y caminar a su encuentro.

Suspiré para poder reponerme y avancé lentamente, aferrada al brazo de Billy como si fuese el de mi verdadero padre. Me sentía realmente ansiosa, nerviosa y feliz, tremendamente feliz de haber llegado hasta allí. 

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Gracias a la magia del cine, en la película el recorrido parece mucho más largo de lo que en realidad fue. Por el camino pude ver a Stephenie de pie contemplándome, junto a Wyck Godfrey y Melissa Rosenberg. Me fui acercando con la cámara enfrente, enfocando mi rostro y hasta que llegue altar no pude ver bien a Rob. Reservaba mi mejor mirada para él porque estaba segura de que Rob sí me veía a mí y que no había dejado de mirarme en todo el trayecto que duró esa toma, sonriendo sin parar, casi riéndose. 

El altar estaba alfombrado con flores blancas. Bajo un arco hecho también de flores me esperaban Rob y el supuesto sacerdote. Digo supuesto porque aquel hombre lo hizo tan bien que llegué a pensar que era un cura verdadero. Creo que Rob aun lo piensa.

Peter miró a Rob en un gesto que la cámara captó y que no estaba en el guión pero que Bill dejó para la posteridad. Sé que estaba nervioso porque se tocaba la ropa y los gemelos de la camisa una y otra vez. Justo al llegar junto a él gritaron corten. Rob y yo nos quedamos frente a frente mirándonos avergonzados. Estaba guapísimo, no como cuando está vestido para una premiere, mucho más y no podía apartar mis ojos de él. En ese momento no sabía muy bien si era Edward o Rob.

Creo que hubo un fondo musical para dar mayor veracidad a las tomas pero no lo recuerdo, solo recuerdo los ojos de Rob, con las lentillas que tanto le hacían sufrir, fijos en los míos. 

Recuerdo su expresión de ternura y felicidad, como me sonreía azorado, casi avergonzado. Los dos lo estábamos porque sabíamos que todo el mundo reconocía en esas miradas no a los personajes de aquella extraordinaria historia si no a nosotros dos, a Rob y Kristen.

Rob es Rob, y para ahuyentar los nervios y la vergüenza se puso a hacer caras raras intentando hacerme reír pero solo consiguió que se riese el falso sacerdote.

  - Para ya, Rob. Me estás desconcentrando – le reñí sin mucha intención.

     -  Estás muy seria, parece que te están llevando al matadero.

     -    Es que tengo frío, y sueño.

  - Estás roncando – rió Rob chinchándome de nuevo.

  - No, no lo estoy – negué intentando no reírme.

 - En realidad no quieres casarte – bromeó.

      -      ¡Sí que quiero! – le dije sinceramente.

      -      ¿Ah sí? – preguntó con ternura.

      -     Pero yo me casaría en vaqueros y en un lugar en el que no haga tanto frío. Y sin tanta gente. Aunque todo está increíble, ¿verdad? Parece…

      -     Parece real – sonrió terminando mi frase.

Yo inspiré profundamente intentando tranquilizarme.

   -   Sí, me encanta el arco con las flores, los bancos de troncos… todo – dije entusiasmada. Es como me lo imaginaba cuando leí el libro.

     -      Te creo – rió apretando mi mano, mientras esperábamos a que nos diesen la señal de que volvíamos a rodar.

Respiré hondo y me puse seria. Rob también dejó de reírse. No podíamos decirnos nada, el sonido estaba conectado probablemente pero lo que Rob expresaba con sus ojos, recorriendo mi cuerpo con ellos, era mucho más de lo que se podía decir con simples palabras.

Entre toma y toma me quitaba los incómodos aunque hermosos zapatos confeccionados para el vestido y me quedaba en zapatillas dando saltitos para no congelarme.

 - ¿Estás bien? – me preguntó susurrándome al oído.

      -      Sí, solo helada.

   -   Tienes las manos… dámelas – dijo con ternura.

Y las tomó entre las suyas para calentármelas un poco. 

 

El sacerdote se equivocó varias veces, dijo nuestros nombres en vez de los de los personajes, luego me equivoqué yo… 

Finalmente nos dimos el tan anhelado ´´sí quiero´´.

´´Tanto como duren nuestras vidas´´, dijimos, sonó nuestra canción: And I found you, flightless bird… y después llegaron los besos y teníamos que ser apasionados pero sin llegar a pasarnos de la raya. Eso fue complicado. Me apetecía un montón besar a Rob. Me sentía como si acabase de casarme con él. En serio, lo sentí. Y él estaba tan dulce y alegre…

Justo antes de darnos el beso de recién casados Rob improvisó un adorable y apenas susurrado ´´te amo´´, que yo sentí verdadero y al que respondí con otro idéntico ´´te amo´´. Después me dio un beso largo y suave, cálido, muy cálido y yo se lo devolví con verdadero fervor. Ya no hacía frío pegada a su cuerpo. 

Le tomé de la solapa del chaqué y le acerqué aun más a mi boca, en un gesto instintivo y que siempre hago cuando estoy con él a solas. Su boca tierna y húmeda presionaba sobre mis labios, vehemente y pude sentir como respiraba el aire de mi propio aliento. Las mariposas crecían en estómago rápidamente. Creo que me sofoqué y todo pero tuve la suficiente lucidez para darme cuenta de donde nos encontrábamos en realidad. 

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Fue muy fácil rodar la ceremonia, todo salió a la primera, fluido, sincero. Esa complicidad entre nosotros y el ambiente tan cargado de romanticismo fue tan propicio que al ver las tomas junto con Bill me di cuenta de que el beso quedaba increíblemente natural.

Los besos de película, son falsos. Las posturas forzadas y rara vez te metes en situación con el actor con el que trabajas pero con Rob… Rob besa de maravilla. Ambos debíamos hacer verdaderos esfuerzos a veces para no dejarnos llevar, porque a ambos nos encanta besarnos, desde el primer día fue así. Los besos que nos dimos en la cama de Catherine no se me olvidarán en la vida. Pero al hacer de Edward y Bella debíamos mostrar exactamente eso, como se aguantan las ganas mutuamente.

Volvimos a besarnos una vez más y todo el mundo aplaudió. Entonces me di cuenta de que todos nos miraban.

      -       Han dejado de aplaudir – susurré muerta de vergüenza.

      -       Sí – rió Rob.

     -     ¡Que se vayan, por favor! – imploré sin poder aguantarme la risa -. Es muy gracioso. No conozco a nadie.

Nosotros continuamos ajenos ya a los demás, agarrados de la cintura, cómodos el uno con el otro, tocándonos y mirándonos sin poder dejar de reír.

...CONTINUARA...