FanFIC no.149. 'Noche de los Oscar I.Kristen'

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                                                                                                    FanFICno.149    

                                                       "NOCHE DE LOS ÓSCAR I. KRISTEN"

 (Unas horas antes de la gala de los Oscar 2018. Los Feliz. Los Angeles).

Me pasé la noche en vela y todo por culpa de una película. Pero claro, no era una película cualquiera.

 

Había puesto la televisión para intentar relajarme, no sé por qué, no suelo hacerlo. Casi no veo la televisión, solo cine, no veo otra cosa, eso y canales de cocina. Me topé con un canal clásico, de películas, y ese fue mi error. Reponían nada menos que ´´Crepúsculo´´ y no pude resistirme a aquel ejercicio culpable y solitario de autocompasión y nostalgia.

La veía de nuevo después de años y para mi sorpresa lloré. Lloré durante casi todo el metraje, en silencio, como una tonta, por el pasado, por la felicidad perdida, por lo que nunca regresaría y  por él, por Rob, por su ausencia que aún me dolía a pesar del tiempo transcurrido.

 Ahí estábamos los dos, 10 años atrás, felices, enamorados aunque aún no lo supiésemos. Dos adolescentes todavía despreocupados que no imaginaban que durante los 5 años siguientes iban a vivir el cielo y el infierno al mismo tiempo. Que la vida no tendría compasión, que nadie la tendría. 

´´Era tan bonito que no podía durar y fui yo quien lo estropeó todo con mis miedos e inseguridades´´, reconocí entre lágrimas. Lágrimas de rabia e impotencia que corrieron una vez más por mis mejillas.

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Aunque tardé mucho tiempo en perdonarme a mí misma siempre asumí mi lamentable error, ese que lo echó todo a perder y que si lo hubiese pensado dos veces no hubiese cometido. Jamás recapacité en los daños colaterales de mi ingenuo jueguecito de niña coqueta y caprichosa metida a femme fatal que se deja seducir porque piensa que su chico ya no le presta el 100% de su atención.

Las dos versiones de Kristen son la verdad, dos versiones de una misma mujer conviviendo dentro de mí, luchando la una contra la otra. Supongo que todo el mundo tiene un lado oscuro y su particular descenso a los infiernos y ese fue el mío.

Después de todo aquel verano de pesadilla para ambos, llegué a pensar que todo estaba bien, tras la última premiere de La Saga y de estar juntos en Inglaterra por navidad. Pero me engañé a mí misma y creí en mis esfuerzos sobrehumanos por hacerle olvidar, en mis patéticos intentos por recuperar su devoción y su atención, y cuando Rob no quiso que le visitara en Australia lo supe, supe que me dejaría.

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´´Han cambiado mis prioridades´´. El día que escuché de su boca esas palabras, en el Comic Con de 2012, sentí un escalofrío. Algo iba mal, pensé asustada. Tras el estreno de Cosmopolis en Cannes Rob por fin se tomaba en serio a sí mismo y estaba tan ocupado que casi ni nos veíamos. Sentí que ya no le hacía falta, creí que le perdía y en esa confusión, en vez de intentar arreglarlo lo estropeé del todo.

Molesta, confusa, confié en quien no debía y no supe medir las consecuencias. Supongo que no era tan madura como todo el mundo suponía, como yo misma creía.

Lo hice porque no soy perfecta, para sentirme mejor. O eso pensé.

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Rob lo supo por mí, reuní el poco valor que me quedaba y se lo dije. Tenía que oírlo de mis labios, era lo justo pero hubiese dado la vida por no contemplar sus ojos después de saberlo. Su desencanto reflejado en aquella inolvidable mirada me heló la sangre y me partió el corazón.

No rompimos, nos dimos un tiempo, mantuvimos el contacto. Después Rob se volvió lejano, más distante, menos protector conmigo y cuanto más le buscaba, el más se alejaba de mí y se enfrascaba en su trabajo. Supongo que fue una forma de defenderse del dolor que le causé. Distanciándose de mí alejaba su despecho y su desengaño.

La agonía duró un poco más y finalmente se fue. No estábamos bien y la vida en común se había vuelto extraña y difícil aunque ninguno de los dos quisiéramos reconocerlo.

La decisión fue suya. Sin dramas, sin reproches. ´´No puedo seguir, necesito tiempo, necesito estar solo´´, dijo intentando no mostrarme ninguna emoción pero sus ojos, esos ojos tan dulces y transparentes le delataban. 

Escuché sus palabras sin reacción aparente por mi parte, pero en realidad fue como si algo muy frío y punzante se clavara en el fondo de mi alma. Se llevó todas sus cosas, también a Bear y Bernie. No me negué. Sabía que estarían bien con Rob y no podía quedármelos, no podía hacerle eso.

Pero se olvidó de una cosa, se olvidó de decirme que había dejado de amarme.

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´´Así es como se comportan los adultos. Toman decisiones y las mantienen. No actúan sin pensar en las consecuencias´´, me dijo Scout enfadada y tenía razón. Fue la única que no me dio palmaditas en la espalda. Eso hacen los amigos, nos dicen las verdades aunque duelan.

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Esa mañana de finales de febrero, tras una larga noche sin poder conciliar el sueño, Ruth no tuvo compasión y apareció en la puerta de mi casa a las 8 de la mañana.

-  ¡Oh, dios Kristen! ¡Estás horrible! – exclamó Ruth poniendo cara de disgusto.

-   Muchas gracias Ruth, yo también te quiero – suspiré.

-  Tienes unas bolsas inmensas debajo de esos ojos hinchados y enrojecidos ¿Pero qué te ha pasado? Te dije que te echases pronto a la cama – refunfuñó.

- No podía dormir y… y estuve viendo una película. No es para tanto – balbuceé intentando quitarle importancia a mi aspecto. 

-  ¿Qué viste, una de terror? -  Ruth se acercó a mí y examinó mi rostro -. Has estado llorando. ¿Estás bien?

-   Vi ´´Crepúsculo´´ – dije dándome la vuelta y entrando en casa. 

-  ¡Oh, Kristen! Eres masoquista – exclamó contrariada.

Puse los ojos en blanco y no pude evitar sonreír pensando en el diálogo del lobo y la oveja.

-   Voy a darme un baño y a tomarme un analgésico, Ruth. Me duele la cabeza – resoplé. 

-  Yo voy a preparar café y a ver qué podemos hacer con esas bolsas. Ya no tienes 20 años y tienes que dormir al menos 8 horas si no quieres tener ese aspecto que tienes ahora. ¡Estás nominada al Oscar, por dios!

-  Tengo manzanilla y hielos – bostecé. 

-  Perfecto – dijo cerrándome la puerta del cuarto de baño.

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Sumergida en la bañera, con dos bolsitas de manzanilla helada sobre los ojos, tomándome una tisana relajante, me dije a mis misma ´´ Estoy bien. Ha sido solo… nostalgia, nada más´´. 

Me lo estuve repitiendo durante toda la mañana, como un mantra, para proporcionarme calma, pero fue inútil y no pude evitar recordar uno de nuestros últimos encuentros.

Tras darnos un tiempo durante mi rodaje en Europa, quedamos para charlar y volvimos a intentarlo una vez más. No salió como esperábamos. ¿Pero qué era lo que esperábamos en realidad? Ninguno se lo preguntó al otro, supongo.

Aquella tarde recuerdo que llovía. Nos besamos, tuvimos un sexo fantástico, todo parecía ir bien pero al final nos enfadamos, discutimos y no logro recordar muy bien por qué. Recuerdo que le llamé inmaduro, egoísta y que después me arrepentí. Siempre me arrepiento de las cosas que digo cuando estoy enfadada.  

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Los amigos se han ido marchando, hacen sus vidas como adultos, con sus parejas, se casan, tienen hijos y la juventud despreocupada se esfuma sin darnos cuenta y un día es sábado por la noche y no hay nadie con quien salir a tomar algo. Todo el mundo tiene compromisos más importantes, vidas que vivir y la fiesta se acaba.

´´Voy a cumplir 27 años y me siento mayor, siento que he vivido mucho tiempo, muchas cosas pero que ninguna ha perdurado, nada de lo que realmente merecía la pena´´. Cerré los ojos tratando de no pensar y me sumergí por completo en el agua tibia de la bañera.

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Después de comer intenté echarme la siesta pero lo único que conseguí fue soñar  extrañas pesadillas. En realidad no lo eran, eran recuerdos maravillosos, instantes fugaces de mi vida pasada, de los días felices, pero ese día volvían a hacerme demasiado daño. La herida se había cerrado en falso y estaba abierta de nuevo, supurando, palpitando e irradiando dolor en forma de dolorosos recuerdos.

 Me desperté angustiada, con la desoladora sensación que ya parecía haber dejado atrás y que me había pesado durante años. Esa recurrente y devastadora sensación de que Rob estaba a mi lado, en la cama, justo al despertar, cuando en realidad solo había estado soñando con él. En esos momentos, entre el sueño y la vigilia, el sentimiento de vacío era aterrador. A mi memoria venía el recuerdo de su olor, de su voz, y esas sensaciones que ya solo existían en mi cabeza y en mi alma me hicieron llorar.

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Durante muchos meses solo sentí aquel tormento lacerante, sordo y lento que me llenaba el pecho y que dolía hasta en las tripas. ´´No puede ser que no me llame´´, me decía. ´´Lo hará, volverá, como siempre, solo necesita tiempo´´. 

Al principio llegué a pensar que solo estaba fuera por un rodaje, mi mente empleó ese mecanismo de defensa. Pero fueron pasando el tiempo y un día supe que tenía que dejar de esperarle.

No cortamos todos nuestros lazos, me llamó por navidad, me felicitó el cumpleaños y yo a él. Conservábamos amigos comunes que nos querían a ambos y que fueron los primeros en lamentar nuestra separación y en mantener ese hilo invisible que nos unía.

Recuerdo que Scout se enfadó mucho conmigo. ´´¿Cómo le dejas marchar así, sin hacer nada? ¿Por qué no luchas? ´´.

Ya lo había hecho, había luchado por él con todas mis fuerzas pero no fue suficiente. Le dejé ir pensando que volvería a mí. ´´Si realmente me necesita volverá´´, pero no lo hizo.

(Continuará)